Escucho todo el tiempo organizaciones y personas hablando de la cuarta revolución industrial, de cómo nuevas tecnologías que se caracterizan por ser disruptivas, exponenciales y virales transformaran miles de negocios y destruirán muchas otras. Tecnologías que antes veíamos solo en películas ya son una realidad, como comprar un vehículo 100% eléctrico, vuelos comerciales al espacio, robots con capacidad de simular una interacción humana e inclusive demostrar emociones, algoritmos con capacidad de analizar imágenes médicas con capacidades inclusive superiores que algunos de los medios más reconocidos, drones que pueden sembrar hasta 36 mil árboles en un día, entre otros.
Esto es emocionante, ya podemos acceder a herramientas que tienen la capacidad de aumentar la capacidad humana, de liberar su verdadero potencial, de generar valor a la sociedad como nunca antes, de tener negocios más rentables, trabajos mejor pagados, mayor facturación y mucho más impacto, algo que ha venido pasando durante toda la historia de la humanidad como cuando reemplazamos los caballos por vehículos, las cartas por emails, los cajeros humanos por cajeros electrónicos, entre otros. La diferencia es que ahora es a una velocidad exponencial.
Ahora, el reto que encuentro es cómo poder llevar esto a todas las empresas, cómo lograr que esta transformación tecnológica y su impacto automatizando millones de empleos sea algo positivo y no se convierta por su rapidez en un gran problema social, y que en vez de desaparecer industrias logremos que estas se transformen a la nueva realidad.
No hay una única solución para esto y se requiere el aporte de múltiples miembros de la sociedad para asimilar esta transformación de una forma ideal, desde las empresas que he venido desarrollando en los últimos años y usando tecnologías exponenciales como inteligencia artificial, hemos descubierto una forma de dar nuestro grano de arena. Hoy tenemos la capacidad de automatizar con inteligencia artificial procesos de orientación, mentoría, soporte y ventas; ayudando a las empresas a aumentar el valor que les generan a sus clientes, permitiéndoles ahorrar costos, crecer en ventas, expandir su alcance de mercado, entre otros.
Estas tecnologías han demostrado que la tecnología en vez de reemplazar trabajos, reemplaza funciones, se convierte en una extensión de las personas para que todas las tareas operativas y repetitivas que antes hacían los humanos las hagan robots, dando espacio a que el verdadero potencial de las personas se enfoque en generar más valor, en tareas más estratégicas, a desarrollar inclusive nuevas habilidades que son la base para crear nuevos productos y servicios. Adicional hemos observado como la empatía entre las organizaciones y sus usuarios aumenta, como al combinar un humano con una inteligencia artificial logramos hacer sentir único a cada cliente, personalizando el servicio a su medida, disminuyendo los tiempos de atención, pasando de ser reactivos a propositivos, estando disponibles 24/7 y todo esto a costos mucho menores a los esquemas tradicionales.
Si lo vemos en un marco más amplio, esto crea una espiral positiva de desarrollo social y económico, pues en la medida que tenemos empleados generando más valor tenemos clientes más felices, si tenemos clientes más felices tenemos más ventas, si tenemos más ventas la empresa tiene la capacidad de tener más ingresos para contratar más personas que a su vez crean más valor y más servicios que crean clientes más felices.
Este es un ejemplo de cómo; si logramos entender estas tecnologías exponenciales como una extensión del humano, como una herramienta privilegiada para desarrollar nuestro verdadero potencial, entenderemos que estamos en un momento único de la historia en donde más que la revolución tecnológica, estamos en la revolución de humanos exponenciales.